Cinco consejos para que las vacaciones no pasen factura a tu corazón

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Llevamos esperándolas gran parte del año, y casi todos por la misma razón: las vacaciones son uno de los períodos que más disfrutamos. Pero en ocasiones, saltarse algunas buenas costumbres y los cambios de rutina pueden pasar factura a nuestra salud cardiovascular. Por eso es buena idea seguir estos cinco consejos indicados por cardiólogos.

Buena alimentación y bien hidratados. Las comidas fuera de casa son más frecuentes en verano, cuando los horarios de oficina se dan por terminados con la llegada de las vacaciones. No hay nada de malo en ello siempre que controlemos un poco las grasas y la sal. Por eso es buena idea optar de vez en cuando al menos por platos cocinados al vapor, a la parrilla o a la plancha, procurando también que las verduras y hortalizas no se queden fuera de nuestra dieta. Los pescados, que suelen apetecer más en estas fechas, son igualmente buena elección. En cuanto a la hidratación, es fundamental para que el organismo funcione correctamente. Por eso hay que beber agua durante todo el día – un mínimo de dos litros a ser posible- e incluso obligarnos a ello aunque no tengamos sed, circunstancia que se da a menudo entre los más mayores.

Control de la medicación. Uno de los problemas de las vacaciones, especialmente si viajamos a un país con un horario diferente al nuestro, es que la adherencia al tratamiento se relaja tanto que acabamos por no seguir nuestro tratamiento habitual. Los cambios de rutina hacen que nos olvidemos de tareas cotidianas como tomarse una pastilla, más aún si además hemos cambiado de zona horaria. Por eso es buena idea poner una alarma en nuestro móvil que nos recuerde cuándo tomar la medicación.

Evitar el síndrome de la clase turista. A pesar de que también los pacientes cardiovasculares pueden viajar en avión sin peligro, durante los trayectos largos aumenta el riesgo de sufrir el llamado síndrome de la clase turista, que se produce al permanecer inmóvil en un lugar reducido durante un periodo prolongado de tiempo. Consiste en una dificultad en el retorno de la sangre al corazón, lo que fuerza su acumulación en las venas de las piernas y puede llegar a formar un coágulo que, si se libera a la circulación, es posible que produzca una embolia pulmonar.

Para evitarlo, los asientos situados en los pasillo son una buena elección, de esa forma podremos levantarnos cada cierto tiempo -lo recomendable es al menos una vez cada hora- y aprovechar para caminar un poco, además de hacer algunos ejercicios simples en el asiento como estirar las piernas y los tobillos. También es importante evitar cruzar las piernas, no llevar prendas ajustadas y no tomar mucho café, té o alcohol, así como incrementar el consumo de agua para mantener una hidratación óptima.

Ejercicio, sí pero a las horas adecuadas. El sedentarismo es uno de los mayores enemigos del corazón, y todo lo que se haga por combatirlo es un regalo para la salud cardiovascular. Pero tampoco debemos hacer sufrir a nuestro cuerpo innecesariamente haciendo deporte en las horas centrales del día si hace mucho calor. Las primeras y las últimas horas del día ofrecen temperaturas más suaves que el organismo agradecerá.

Cuidado con el alcohol. Las celebraciones que incluyen alcohol son un clásico del verano. Aprovechamos que estamos de vacaciones y no tenemos obligaciones laborales para disfrutar haciendo lo que nos apetezca, y a veces, sin darnos cuenta, aumentamos el consumo habitual de alcohol. Sin embargo, la ingesta brusca y excesiva de alcohol puede provocar el síndrome del corazón en vacaciones, que consiste en una aceleración del ritmo cardíaco, una arritmia supraventricular que se da generalmente en las aurículas y suele presentarse en personas jóvenes, sanas y sin historia previa de arritmias.

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